Sin embargo, la población de jaguares continúa disminuyendo rápidamente con riesgo de desaparecer debido a la disminución de la cobertura boscosa y sus presas naturales, la expansión de la frontera ganadera, la cacería furtiva y el comercio ilícito.
Los jaguares han perdido el 40% de su hábitat en Panamá y están cada vez más aislados, vulnerables y expuestos a un mayor contacto directo y problemático con los humanos porque compiten por el mismo espacio y recursos naturales, principalmente cerca o dentro de áreas protegidas.